Pues es que al parecer estamos en un momento del año donde nuestras debilidades se hacen notar. Estamos cerrando ciclos y según los expertos en salud nuestro estómago es uno de los protagonistas de nuestros malestares actuales. Es un núcleo que concentra muchas de nuestras enfermedades más habituales. Y el estrés y las crisis son sus peores enemigos.
Perdemos el apetito o, todo lo contrario, nuestra hambre se dispara, o sentimos náuseas, y todo está relacionado con nuestro estado personal. El psiólogico y el físico se unen.
Según los expertos estamos hablando de nuestro “segundo cerebro”. Y es que el sistema gastrointestinal tiene un sistema nervioso muy especial y complejo. Pero además es que todo nuestro cuerpo está conectado y se hace sentir, siempre. Cuanto más fuerte, más se queja.
El sistema nervioso humano está formado de un sistema nervioso central, cerebro y médula, junto al sistema nervioso entérico que hace referencia al intestino y al sistema nervioso autónomo, encargado de comunicarlos.
La salud es un concepto global
Y así el sistema nervioso entérico que se encarga de regular la digestión, la absorción de nutrientes o la motilidad intestinal, se encuentra comunicado con el cerebro y eso es muy complicado. Una línea muy delgada los separa. Una alimentación pésima, una gastroenteritis, una aleteración de la flora intestinal o una medicación fuerte puede estar relacionados con la aparición de una enfermedad mental.
Está comprobado que ciertos traumas o situaciones excepcionales provocan una respuesta patológica en el sistema gastrointestinal. Cerebro e intestino están unidos en ambas direcciones. Un problema de ansiedad, quizá un trauma, genera un probrema digestivo pero, de igual manera, uno digestivo puede actuar en el camino inverso en nuestro cuerpo. Nuestro intestino es protagonista en nuestra alimentación pero también en nuestra psicología. Se ha comprobado que el eje cerebro-intestino es claramente bidireccional. Puedes depresiones o episodios de ansiedad después de una alteración intestinal.
Y la dieta, por ejemplo, trabaja igualmente en ambos sentidos. Lo que comemos tendrá un impacto enorme tanto en la salud de las personas actuales, como en la salud del planeta y sus futuros habitantes, explican desde las universidades más importantes. No es una cuestión de gustos, es de salud.
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