Durante meses, Óscar Melendo se convirtió en un blanco fácil y sencillo de recibir críticas en el Cádiz CF. Su condición de ser una petición de un Paco López que fracasó estrepitosamente en el Nuevo Mirandilla y su falta de participación por las lesiones provocaron que la afición no aceptara la incorporación de un futbolista que no aportaba y que, con la llegada de Gaizka Garitano, parecía no encajar en la ideología futbolística del técnico vasco. De hecho, saltaron rumores de una posible salida en el mercado de invierno. Nada de eso.
Porque Gaizka ha ofrecido paciencia y cariño a un futbolista del que nadie duda acerca de su calidad, pero sí de su capacidad para poner la misma al servicio del equipo. Y, progresivamente, lo ha ido introduciendo en sus planes de partido. Muy lejos de aquella postura de Paco López, que parecía incluir al catalán en sus planteamientos más por obligación que por convicción. Desde el aterrizaje de Garitano, Melendo ya suma dos asistencias y un tanto, y su presencia en la plantilla cobra más sentido a medida que pasan las jornadas.
Su tarde de gloria llegó el pasado domingo en La Rosaleda. Junto a Matos, ambos destrozaron un empate que estaba firmado y provocaron que los tres puntos viajaran hacia tierras gaditanas. Primero, mandando al fondo de la red el regalo del utrerano. Segundo, devolviéndole el favor al lateral-extremo, que luego definió como los dioses. Una actuación que, sumada a las lesiones de Brian Ocampo y José Antonio de la Rosa, le puede auspiciar hacia la titularidad justo cuando llega al Nuevo Mirandilla el Granada, equipo en el que militaba antes de partir hacia la Tacita. Cosas del destino, y cosas del fútbol. El momento de Óscar Melendo.
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