No es que el Cádiz tenga asegurada la permanencia en Primera División haciendo lo que más y mejor sabe hacer: Defender y contraatacar. Ni mucho menos. Pero sí que tendría mucho más ganado en una batalla cuerpo a cuerpo en el que se defiende con la guardia en alto y solo saca puñetazos cuando le dejan. En las distancias cortas, juntos y defendiendo son muy buenos. Y si les dejan correr, aún más. El problema es que en Primera Cervera se ha dado cuenta ya de que ese estilo, únicamente, no termina de triunfar, sea por lo que sea. Y eso a pesar de la meritoria clasificación del año pasado. Quiere y necesita cosas nuevas (o al menos es la sensación que tengo).
De ahí que se esté pensando si cambiar algunas cosas, en busca del Edén definitivo, de la excelencia y de un cuerpo a cuerpo de boxeo de altura, de pesos pesados. Quizá le gustaría entrar en la batalla y volverse loco pero es más que evidente que los partidos locos, de intercambio de golpes, no le vienen nada bien al Cádiz de Cervera.
Decisiones y cambios
Porque cuando su equipo es su equipo, cuando se parapeta atrás, solo tiene la intención de defender y contraatacar, es capaz de ganar a Real Madrid y Barcelona en una misma temporada. Pero si se vuelve alegre, como ante Osasuna, la cosa cambia. Y no queda claro si ante los de Arrasate fue problema solo del equipo o del propio entrenador también. Lo reconoció tras el partido. Metiendo un segundo delantero en lugar de, por ejemplo, a Jonsson, lanzó un mensaje que quizá no supieron interpretar sus jugadores, de que atacar todavía era una opción con 2-1 en el marcador.
Y no es que este Cádiz no deba atacar. Claro que sí. Incluso se habla de “modificar cosas en ciertos partidos” para conseguir ese color camaleónico tan necesario en una liga tan competida. El problema viene cuando dejas escapar puntos contra un igual a ti y atacas sin atacar. Como frente a Osasuna en el que perdió el mando de un partido que había controlado, se metió atrás sin la sensación de ser ese equipo al que nadie le va a meter un gol y se veía venir que el partido se escapaba. Desapareció la seguridad defensiva, se olvidaron los despejes, las contras y aparecieron los nervios y los taconazos. Y eso no es el Cádiz.
Empezar el libro desde cero
¿La razón? Para eso están los expertos, la plantilla y el propio entrenador. Pero la sensación desde fuera es que, en ciertos momentos de ciertos partidos, no tienen claro qué y cómo hacerlo. Dijo Cervera que “no pienso empezar el libro desde cero“, precisamente refiriéndose a que estas cosas ya deben saberse. Es como si se desconectaran del chip y pasaran a un control remoto automático con un rumbo fijo pero sin seguridad en ese rumbo. Sin saber hacia dónde van. Y esta frase es muy parecida a la de otras ocasiones en las que ha sucedido lo mismo, como en las goleadas del año pasado en el inicio de la segunda vuelta. “Había mucha distancia entre jugadores. No puedo explicar por qué, pero sí el porqué no“, decía tras caer ante el Athletic.
Cervera sabe que quiere jugar siempre igual pero que no es posible en muchos encuentros en los que el rival no te somete y te da la pelota (como cuando juegues de local en el Nuevo Mirandilla) y de ahí que se intente buscar una alternativa paralela que parece darle vértigo -y con razón- puesto que el resultado no sabes cuál va a ser. Pero me atrevo a decir que son muchos los cadistas y también periodistas, entre los que me incluyo, que preferimos ver al Cádiz jugar como en los últimos años, a pesar de que pueda perder a los puntos y aburrir a todo el mundo, que un equipo más alegre al que le partan la cara y lo tumben en la lona con un KO irremediable en el último segundo.
Isabelo Bejarano, Periodista Radio Marca Cádiz
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