“Fascistas, autoritarios, dictadores, incompetentes, vagos, malos gestores…” Esos fueron muchos de los adjetivos que nos acompañaron cuando decidimos retrasar la fecha del Carnaval ante el riesgo real de una nueva ola de Covid y como medida de prevención por la pandemia. Esos adjetivos acompañados de una solicitud de dimisión. La mía, por supuesto, y la de mi compañera, concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla.
Entonces lo dijimos, ahora lo repetimos: “Podremos estar equivocados, pero sólo nos mueve un motivo: la salud de nuestros vecinos y vecinas”.
Ahora, en este momento, lo primero que se me viene a la mente es aquella cita de Daniel Bensaïd: “Nos hemos equivocado a veces, incluso a menudo, y sobre bastantes cosas. Al menos no nos hemos equivocado ni de combate ni de enemigos”.
Se me viene a la mente porque en aquella decisión sólo nos movía, como aún nos mueve, el mismo principio inquebrantable y es que la salud es lo primero. El tiempo, por desgracia, nos ha dado la razón, y aplazar la fecha del Carnaval era lo más sensato y la mejor decisión posible. Vecinos y vecinas de Cádiz, una cosa os aseguro: podremos tomar decisiones erróneas, pero existe menos margen de error si tenemos claro nuestros principios y a quién nos debemos. Y nos debemos a ustedes.
Tomamos la mejor decisión por dos motivos: La primera, la salud. La segunda, que a menos de un mes de que comience el concurso, y pese a que aún no se ha celebrado la Navidad, la posibilidad de que se pudiera celebrar el Carnaval en su fecha se antoja prácticamente imposible. Sería una temeridad. Y retrasarlo a Junio nos da un atisbo de esperanza, aumenta las posibilidades y nos regala la oportunidad de no quedarnos otro año sin nuestra mayor expresión popular y todo lo que conlleva para tanta gente.
Y este mensaje no lo escribo ahora para que nos den la razón tras tanta crítica despiadada. Lo hago, en primer lugar, para reiterar que si en un futuro tengo que volver a decantarme por una decisión impopular, pero responsable, lo haré sin la más mínima duda. Porque entre los votos o la vida, yo elijo la vida. Y porque no vinimos aquí para políticas de cartón piedra ni para perpetuarnos en el poder, sino para poner en el centro el interés de la gente. Es lo único que nos mueve.
Escribo también para que la oposición haga un ejercicio de responsabilidad. En su afán permanente de acoso y derribo a este Gobierno, ha sido capaz de poner en riego a la población. Han actuado de una manera negligente, forzando, presionando e insistiendo para que pusiéramos en peligro a la ciudad con un principio de las fiestas en enero. Si este año Cádiz cuenta con un Carnaval oficial será sin su festivo por la sinrazón. Lo decidieron en Pleno. Lo decidieron todos, PP, Cs, PSOE y el concejal no adscrito y sus ideas felices. Tendrán que rendir cuentas.
Y escribo, además, para insistir en que los ayuntamientos, el municipalismo, seguimos afrontando esta crisis muy solos. La Junta ni está ni se le espera. Guarda silencio y sólo se pronuncia cuando se le obliga a hacerlo. No asesora ni sobre cómo afrontar estas fiestas navideñas, ni tampoco sobre ninguna celebración popular. Ponerse de perfil en un contexto como este y con muchos más recursos que las administraciones locales no puede ser una opción.
Mucha gente, incluso algunos medios, nos han transmitido o han publicado en estos días que los últimos acontecimientos le han hecho cambiar de opinión, incluso nos trasladan las disculpas y las gracias. No saben hasta qué punto lo necesitamos, lo apreciamos y lo muchísimo que lo valoramos. Porque somos humanos, porque ha sido muy duro y porque no ha sido nada fácil.
Aun así, el mejor agradecimiento posible, la única forma de actuar que sí pido, es que no nos relajemos, aunque cueste. Que no nos dejemos engañar, que la libertad no es tomarse una caña en un bar, eso es mentira. La libertad es que todas y todos, hasta los más vulnerables, puedan enfrentarse a esta pandemia con garantías y eso se consigue con responsabilidad colectiva y servicios públicos dignos.
Cuidemos y cuidémonos. Más en estas fechas. Que haya felicidad y, sobre todo, salud. Y que nunca, absolutamente nunca, nos equivoquemos de bando.
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