Ha fallecido Rafael Soto Moreno, conocido universalmente como Rafael de Paula, a los 85 años. Con su muerte, la tauromaquia despide a uno de los toreros más singulares y carismáticos de su historia, una figura que trascendió los ruedos para convertirse en leyenda. Nacido en el corazón del barrio de Santiago, en Jerez de la Frontera, Paula representó como pocos la fusión entre arte, sentimiento y verdad. Su personalidad arrebatadora y su forma de entender el toreo lo convirtieron en un referente para varias generaciones.
Rafael de Paula fue un torero dueño de un estilo inimitable, marcado por el compás y la hondura de su tierra. En cada faena imprimía un sello personal, lleno de duende y emoción, que lo llevó a ser considerado un torero de culto. Él mismo lo expresó con claridad: “No soy un torero artista, sino un torero de arte, que es distinto”, una frase que resumía su visión del toreo como una manifestación profunda del alma.
Su alternativa tuvo lugar en Ronda en 1960, dando inicio a una carrera que, aunque irregular por momentos, estuvo siempre guiada por su exigencia personal y su búsqueda de la perfección. En el año 2000, tras cuatro décadas de entrega, se despidió de los ruedos en Jerez, cortándose la coleta en una emotiva ceremonia que selló su vínculo eterno con el toreo.
El reconocimiento a su trayectoria llegó en 2002, cuando el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, distinción que reflejaba la dimensión artística de su figura. Con la muerte de Rafael de Paula, desaparece un símbolo irrepetible del toreo entendido como arte y emoción, un hombre que convirtió cada pase en una obra de belleza y verdad.

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