
La mejor versión del Cádiz es la de Fuenlabrada pero también la de Sevilla y el Bernabéu. Diferentes estilos enfrente, distintos rivales pero misma concepción del fútbol de un Cádiz que ha retomado la filosofía que había perdido durante toda la primera parte del campeonato. Rivales ofensivos o rivales sin apenas gol y de segunda, como el conjunto madrileño, no deben importar y delante debe haber un equipo como el que se vio del Cádiz, mermado, cambiado, forzado, pero con el guión claro.
No se va a negar que el Cádiz sufrió en algún momento del partido; poca cosa, pero el Fuenlabrada intentó en el tramo final algún acercamiento con alguna parada de David Gil. Pero el Cádiz estuvo y fue fiel a lo marcado desde el banquillo y a lo mostrado en las últimas fechas, siendo un equipo rocoso, intenso y defensivo, pese a las múltiples bajas con las que contaba.
Muchos cambios obligados
La revolución en el once era una necesidad con descanso inicial para jugadores como Espino, Alarcón y Negredo que apuntan al once titular en Pamplona. Arzarmendia recuperado y sin entrenar apenas ocupó el lateral izquierdo con Chust y Cala en el eje y un centro del campo formado por Álex y Jonsson. Los canteranos Bastida, Raúl Parra completaron la terna de un equipo con Osmajic en punta, escoltado por Andone y Rubén Sobrino.
Sobre el papel todo el mundo daba por favorito a un Fuenlabrada que apenas rotó para su cita copera en la que veía la oportunidad de sumar y de ganar una clasificación ante un Primera. El gol de Alarcón en el tramo final fue un jarro de agua fría para una parroquia que acariciaba como buen regalo de Reyes una prórroga bien vista por todos. Pero el chileno mostró, por primera vez con acierto, el buen golpeo de balón. Eso, unido al gran acierto de David Gil, encumbraron al Cádiz a la siguiente fase.
El resultado, más allá de una dulce clasificación, es una muestra más de la senda que el equipo tiene que seguir y que ha decidido seguir a pies juntillas. Defender y morir intentando no encajar para cazar alguna -como fue en Fuenlabrada- para ganar. No pudo hacerlo ante el Granada, tampoco ante el Real Madrid ni el Sevilla, pero justo antes de la trascendental visita a Pamplona, aparecieron los mejores presagios de un equipo tocado físicamente, con muy pocas -casi nulas- ideas en ataque pero que ha recuperado la consistencia que tantos buenos éxitos les ha dado desde que llegó Cervera al club.