Hay victorias que marcan un antes y un después en la trayectoria de un equipo. La que consiguió el Cádiz ante el Valencia CF es, sin duda, la mejor de todas las que se han producido en las últimas semanas, con permiso del Real Betis Balompié. Lo es por la forma, por el rival, por el momento, por el ambiente y por el sufrimiento con premio logrado ante el conjunto Ché.
Y qué falta y qué fichaje es Gonzalo Escalante que abrió la lata en la primera parte. Un mes fuera del terreno de juego y regresa con un tanto fundamental. También Sergi Guardiola, otra pieza clave denostada en Valladolid pero que es oro puro en el Cádiz CF, como lo fueron en su día (y lo siguen siendo) Alcaraz y San Emeterio.
Porque si hay algo vital es la creencia del equipo en lo que hace. Lo de Osasuna fue un traspiés doloroso que nunca debió producirse y de ahí la respuesta ante un Valencia que a punto estuvo de sobrevivir con Ledesma como protagonista. El cancerbero argentino les dio vida con un error impropio e inusual y se la quitó -como un caramelo a un niño- con paradas para el recuerdo.
El Cádiz fue mejor, defendió muy mal durante muchos tramos del partido pero tuvo la paciencia y la fortuna de salir airoso de un partido clave. Su descontrol fue mejor que el de un Valencia que se mete en zona de riesgo otra vez en un tren de cola apretado con históricos como los de Baraja y el Getafe de Bordalás que se ha metido en la boca del lobo.
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