En una semana de arte y de flamenco como la que hemos vivido, no es raro acordarse de un instrumento único. Son de esos que cuando suenan reconoces. Las castañuelas son uno de los elementos más representativos de la tradición flamenca y suponen un componente esencial en la historia del folclore andaluz. Salamanca y Aragón también hacen uso de este bello sonido pero de una manera diferente. Y es que con unas castañuelas se puede tocar flamenco, clásico o bailes regionales.
Las castañuelas o palillos son un instrumento musical de percusión con mucha historia y más unida al sur español. Si la guitarra española es una de nuestras protagonistas y marcas absolutas, las castañuelas son una seña de identidad, del flamenco y del arte. Pero su origen se remonta a miles de años de vida.
Los egipcios, ¿antes?
Los antiguos egipcios son un punto de origen, quizá primigenio, que no podemos ni debemos obviar. Estos utilizaban en sus ceremonias religiosas ciertas láminas redondeadas que tocaban con las manos, unas castañuelas de hace más de mil años.
Y es que pueden verse grabadas tanto en obeliscos como en pirámides, unas primitivas castañuelas. Incluso en las estatuas de la diosa Isis se representaban como un signo sagrado.
Las castañuelas también se utilizaban como instrumentos mágicos de protección contra los malos espíritus durante el nacimiento como relata “Castañuela. Música en el Antiguo Egipto”, texto del Museo Arqueológico Nacional (2019)
Propercio, poeta lírico latino de origen umbro, describe en una de sus elegías: Nile tus tibicem erat crotolistria Philis. O lo que es lo mismo, ¡Oh río Nilo, río dichoso, pues en ambas orillas tocaba para ti las castañuelas la hermosísima Philis! Los graffiti hallados en las paredes de Pompeya atestiguan la popularidad de que gozó Sexto Propercio ya en su tiempo y el poder de sus palabras.
Así que es posible que fueran un invento egipcio pero la difusión de este instrumento la llevaron a cabo los fenicios. A ellos se debe su uso y reconocimiento de nuestro país.
El contacto con los Tartessos tanto en la tierras de Cádiz como de Huelva, hacia el año 1000 a.C., consigue referenciar que las castañuelas son de uso muy antiguo en la Bética. Por esta razón son muchas las fuentes que aluden que este instrumento es entonces un recurso músico de los íberos.
En su origen eran cochas marinas, después el metal y la madera fueron los elementos de fabricación más utilizados. Y es que de aquí hasta la actualidad, el material del que este fabricado este instrumento, hará que su sonido sea diferente y particular. Por ejemplo, ahora la fibra veteada, hecha de papel prensado con láminas intercaladas de colores no ofrece problemas de sonido, calidad o cambios de temperatura. Según los expertos, son casi irrompibles. Cada tipo tiene un sonido diferente y se utiliza para escenario diferentes (exterior, flamenco, en tablao…).
Puellae gaditanae
En la Antigüedad fue muy importante la fama que consiguieron las bailarinas españolas. Tuvieron especial relevancia en Roma. Y hacia el siglo I acaparaban la atención las gaditanas, danzarinas herederas de una tradición tartesia de influencia fenicia. Así las puellae gaditanae fue el nombre que por extensión dieron a todas las bailarinas del sur de la Bética.
Dentro de las primeras referencias a las puellae gaditanae que tenemos, se encuentran las de Estrabón que describe como en el siglo II a. C., quizá en 108 o 107 a. C., un personaje egipcio llamado Eudoxo de Cícico embarcó desde Cádiz con el objetivo de circunnavegar África, llevando en su tripulación a muchachas músicas. No se sabe con certeza si se trataban de bailarinas, cantantes, instrumentistas o prostitutas, o quizá todo a la vez. Formaban grupos muy espaciales y en sus curiosos y sensuales bailes usaban sus crusmata baetica (castañuelas de metal), un rasgo único.
Una terminología especial: Crotalogía
Crúsmata o crótalos eran como las denominaban los griegos y en la mitología se han quedado unidas a las figuras de sátiros y bacantes, por ejemplo. A pesar de que su uso era el que ahora conocemos, su aspecto era diferente. Los crótalos tienen mango, son largos y presentan lengüeta. Sus dos partes se abrían y cerraban como un pico emulando el aspecto y el sonido de una cigüeña. Por eso a este ave se la conocía como “tañedora de crótalo”.
Según la RAE, este término se documenta por primera vez, con la acepción ‘arte o técnica de tocar los crótalos’, en 1792, en la Crotalogía ó ciencia de las Castañuelas de J. Fernández de Rojas (firmada bajo el seudónimo de F. A. Florencio), un libro que, en palabras de F. Pedrell en su Diccionario técnico de la música (1894, s. v.), “en realidad no es otra cosa que una graciosísima sátira de las costumbres sociales, científicas y literarias de su tiempo”, más que un manual sobre el arte de tocar las castañuelas. El vocablo se consigna por primera vez en el Nuevo diccionario (1846) de Salvá.
Escala de precios
Se pueden distinguir hasta cuatro categorías en la escala de precios y usos de unas castañuelas en el contexto actual. Las más económicas y primeras para iniciarse se encuentran en una horquilla que ronda los 25 o 30 euros.
En su segundo tramo estarían las de semiprofesionales desde 40 euros. Con ellas se puede tocar y seguir aprendiendo.
En el escalón profesional los precios rondan los 120 euros. Los materiales de estos instrumentos son vidrio, tela, granadillo veteado o fibras veteadas de colores.
Para los concertistas se reservan los ejemplares más especiales. Aquí se combinan diseños más exclusivos y son ejemplares de menor peso. Podemos hablar de un precio final que ronde de partida los 250 euros.
Y las castañuelas también nos han dejado momentos memorables en nuestra filmografía. Quien no recuerda a Carmen Amaya la protagonista de la mítica película María de la O. Aquí aparece bailando con castañuelas en una de las secuencias destacadas. Es el previo de la famosa copla: María de la O, que desgraciadita gitana tu eres teniéndolo todo.
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