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Ómicron: La letra griega que podría ser el principio del fin del coronavirus

Muchos científicos estaban esperando una variante como Ómicron, la nueva cepa del coronavirus SARS-CoV-2 que sea incapaz de ir más allá de un mero contagio. No estamos, ni mucho menos, ante la variante más virulenta de un virus que sigue haciéndose hueco entre la población mundial gracias, sobre todo, a aquellas personas no vacunadas.

Ómicron, ὂμικρόν (Ο ο), es la decimoquinta letra del alfabeto griego,  y significa literalmente “o pequeña”. Los científicos han decidido usar esta letra para la nomenclatura de la variante que protagoniza en estos momentos la sexta ola en España (aún se está decidiendo si se ha entrado o no en ella) y la actualidad mundial en cuanto al coronavirus originado hace casi dos años se refiere.

Nueva variante para una posible sexta ola en España

Pero, sin duda, llama poderosamente atención que a día de hoy aún no se haya notificado por parte de la Organización Mundial de la Salud ningún fallecimiento causado por esta variante. ¿Es menos virulento entonces? Parece ser que sí. O al menos, la vacunación y las consiguientes vacunas, también están haciendo un trabajo preciso ante las nuevas cepas: Vacunados que se contagian sigue habiendo, pero nadie muere a causa de ello.

Nadie niega y son varios los estudios que demuestran que Ómicron es una cepa altamente contagiosa, incluso puede que más que la cepa Delta. Pero si se demuestra, como parece estar ocurriendo, que fuera menos agresiva que Delta podría conducir a una coexistencia pacífica con el virus, lo que marcaría efectivamente el final de la pandemia.

Una variante “preocupante”

A pesar de que la OMS catalogó la llegada de esta nueva cepa como “preocupante”, tras varias semanas, la situación aún no está tan clara. La verdad es que la llegada de ómicron no es necesariamente una mala noticia, según se está comprobando. El efecto de ómicron en el curso de la pandemia va a depender, eso sí, de  tres de sus características : su transmisibilidad, su capacidad para evadir las defensas inmunitarias inducidas por la vacuna y su virulencia, es decir, si provocará una enfermedad más grave. Si éste último fuera el caso, estaríamos en España, sin duda, ante una preocupante sexta ola.

¿Pero qué sucedería si la variante tuviera una alta transmisibilidad pero no una gran mortalidad? Pues si resulta ser una variante súper contagiosa que causa síntomas leves, entonces también podría ser una buena noticia, justo a tiempo para Navidad”, como apuntaba recientemente Rachel Gutman en The Atlantic.

Lo que es algo visible es que, a día de hoy, es prácticamente tener al mismo tiempo vacunada a toda la población mundial. Entre los que no se quieren vacunar y los países que están lejos aún de tener todos los recursos posibles para hacerlo, hay demasiado tiempo. A ello se suma que la protección de las vacunas no es duradera en el tiempo, más allá de unos pocos meses por lo que los tiempos no cuadran para estar todos al cien por cien inmunizados. Lo que sí sabemos es que las vacunas que hay en el mercado lamentablemente no son esterilizantes: Porque sí reducen el riesgo de hospitalización, enfermedad grave o muerte (aunque con porcentajes menores en comparación con la variante Alfa), pero no previenen por completo la transmisión (hay pacientes vacunados que han vuelto a contagiarse)

La esperanza de la coexistencia

Muchas teorías científicas apuntan a que es imposible erradicar el coronavirus ahora mismo. Vamos a tener que aprender a vivir con él, parece ser. Y con Ómicron se saben varias cosas:

1. Se confirma que ómicron se expande deprisa. En Sudáfrica tanto los casos como los ingresos en hospitales han ido doblándose cada pocos días. El ritmo es más rápido que en la ola anterior. También sucede en Europa y en España donde la tasa de incidencia ha vuelto a subir.

2. Aún no hay datos clínicos para conocer la mortalidad pero los indicios dicen que no es así.

Por tanto, hay una esperanza clara. Si Ómicron realmente resulta ser más suave que la variante Delta, sin duda es una gran noticia. Pero si resulta ser también “más suave” y más transmisible, podríamos estar ante el final del virus. Porque tal y como ha indicado Arnaldo Caruso , presidente de la Sociedad Italiana de Virología, puede “convertirse en el inicio de la fase esperada por la comunidad científica de todo el mundo: una relación pacífica entre el hombre y el coronavirus. Si la nueva variante demuestra ser realmente más transmisible, pero menos agresiva, podría estar ahí la adaptación del Sars-CoV-2 que estábamos esperando”. Porque la comunidad científica sabe que cuando confluyen dos variantes, la que sobrevive siempre es la que más rápidamente se transmite y aquí estaría Ómicron. Porque una variante que provoca una reinfección pero que no conduce a una enfermedad grave que requiera asistencia respiratoria puede no ser tan grave y ser el principio de la coexistencia con un virus que parece haber llegado para quedarse.

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