No hay mayor ni mejor epílogo para el Cádiz CF que la salvación en Mendizorroza con el gol de Choco Lozano. Una semana después, el penalti que falló Negredo ante el Madrid, será olvidado por el penalti fallado por Jorge Molina en Granada que mandó a los de Karanka a Segunda. El Cádiz hizo los deberes, ganó y logró la salvación, más que merecida.
Si hay una historia que todo cadista recordará y querrá contar será la de Mendizorroza. Bajo una intensa lluvia, al más puro estilo País Vasco, los de Sergio González comenzaron con la mirada famosa (la del tigre de Rocky) que demostraba claramente quién se estaba jugando algo. Gradas con cientos de cadistas a pesar de los precios puestos por el club vitoriano, se calentaban bajo una lluvia impropia del mes de mayo.
Sergio había apostado desde el inicio por el mismo equipo que últimamente había ocupado los onces iniciales. Con la ausencia de Akapo, sólo Iza era novedad en Mendizorroza, con respecto al duelo ante el Real Madrid. Con un ojo y varios pinganillos pendientes de El Sadar, el Cádiz arrancó su duelo particular en Vitoria con la calma y la tregua que dio la lluvia que había protagonizado el calentamiento.
El Cádiz arrancó como se esperaba: presión muy arriba, valiente y usando los costados para llegar pronto a las inmediaciones de Sivera, titular en lugar del titularísimo Pacheco. Pero era el Alavés, con un disparo de Jason quien probaba primero a un portero, en este caso un Ledesma que vivía con intensidad el choque. A esas alturas de partido, ecuador de la primera mitad, los de Sergio habían perdido la pelota y el ímpetu inicial y era incapaz de crear una buena ocasión. Demasiados nervios, mucha tensión.
Primera parte de agarrotamiento total
Y así seguía el guión de una película que protagonizaba el Alavés. Un disparo de Loum lo despejó en otra buena estirada el argentino cancerbero del Cádiz que seguía hecho un manojo de nervios. Y así desperdició toda una primera mitad en la que en ningún momento los de Sergio fueron mejores que los locales. El miedo, el pavor al fracaso, entendemos, tenían al equipo lejos de su mejor versión, incapaz de construir, muy lejos de sus mejores virtudes.
Fue a balón parado la mejor ocasión que tuvo el equipo amarillo. Una falta lejana fue rematada de espaldas y de cabeza por Rubén Sobrino en área pequeña. El remate se quedó en las manos de Sivera. Pero acto seguido avisó de nuevo el Alavés con un remate franco en la frontal del área pequeña.
En el doble partido, el Cádiz llegaba al descanso con empate en el marcador y en descenso porque Osasuna había fallado lo infallable en su partido ante un Mallorca al que le seguía acompañando la fortuna y un gran Manolo Reina que era héroe hasta el descanso del partido.
Una lucha que pasó a ser con el Granada
Había que hacer los deberes. Había que ganar y el Cádiz se mostró incapaz de ello también en la segunda parte. Y menos cuando los nervios se multiplicaron por cien con el tanto de Ángel para el Mallorca en en Pamplona. A esas alturas, inicio de la segunda parte, dos equipos andaluces se jugaban el descenso. Y el Cádiz seguía a lo suyo, falto de ideas en tres cuartos de campo donde las ideas mandan, la rapidez y los reflejos ejecutan y los disparos terminan en gol; y disparos de este Cádiz fueron pocos o ninguno.
Es imposible salvarse con un partido tan malo ante un equipo que se jugaba nada, más allá de despedir con honor a su afición. Un cabezazo de Sobrino al 64 fue el primer gran acercamiento del Cádiz (y eso que el balón se marchó bien desviado). El mejor, sin duda, fue tres minutos después, un cañonazo a bote pronto, frontal del área pequeña que Idrissi envió incomprensiblemente fuera, muy cerca del poste. Ese gol hubiera dado momentáneamente la salvación al equipo en lugar del Granada que seguía empatando su partido y que falló un penalti poco después.
Sin hacer los deberes seguía un Cádiz que no dependía de sí mismo pero que tampoco forzaba la máquina en otros campos, tranquilos sabiendo que los de amarillo apretaban pero no lo suficiente para marcar y salvarse. Todo estaba en un pañuelo, en un gol que podía cambiar la historia de tres equipos, incluso. Porque Osasuna seguía apretando.
Y ahí apareció la vida en forma de Choco Lozano que aprovechó un pase desde la derecha de Iza para marcar en área pequeña. Faltaban 13 minutos más el descuento y el Granada era el que a esas alturas estaba descendido. Un minuto después Lozano volvió a marcar pero su gol, bien anulado por fuera de juego, no subió.
No había táctica, no había nada más que nervios. Y el VAR y Sánchez Martínez que en el 85 de partido decidió analizar una inexistente mano de Espino, de espaldas a la portería. Pero los nervios y las barrigas sueltas afloraron por la Bahía y por Vitoria. A esas alturas con el 0-2 del Mallorca, un gol del Granada o del Alavés enviaba al Cádiz a Segunda.
Ficha técnica:
CD Alavés: Sivera, Tenaglia, Navarro, Lejeune, Duarte (J. López 59′); Loum, Pons (Moya 79′), Jason (Vallejo 59′), Aguirregabiria (Tenas 63′), Manu Garcia (Ropero 79′) y DelaFuente.
Cádiz CF: Ledesma, Espino, Fali (Cala 73′), Hernández, Iza; Álex, Alcaraz (José Mari 72′), Idrissi (Salvi 82′), Sobrino; Lucas Pérez (Alarcón 82′), Negredo (Lozano 72′).
Árbitro: Sánchez Martínez (comité murciano) que amonestó a: Luis Hernández,
Goles: 0-1 Choco Lozano (76′)
Más historias
El Ayuntamiento de Cádiz quiere poner el tope del 4% en el número de viviendas turísticas
‘El tributo de El Rey León’, este viernes en la Plaza de San Juan de Dios
Unidad política en Barbate para exigir la mejora de servicios públicos básicos