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Las Ratas conquistaron el Falla

Después de ocho años de ausencia, Jesús Bienvenido ha vuelto a pisar el escenario, y aunque su tiempo fuera del foco no ha sido tan largo como parece, asegura que siempre estuvo presente en su corazón. “Este regreso ha sido todo lo que imaginaba, me he rodeado de gente increíble y hemos creado algo que surge desde el alma, pensado para nuestra ciudad y para toda su gente, para cada rincón de nuestro barrio”, comentaba con una sonrisa radiante.

Retomar este camino no fue una decisión fácil, ya que, como él mismo admite, es una persona que se toma las cosas con calma. “La verdad es que en este mundo del teatro me siento un tanto impredecible. Las exigencias me agotan y, aunque me apasiona, el tiempo que le dedica consume muchas energías. Este año, por ejemplo, decidí dejar de lado otros proyectos, porque no podía abarcar todo. Y como lo mío no son los compromisos a largo plazo, es complicado hacer de esto una rutina. No todos los años se puede”, reflexionaba.

Afortunadamente, este año ha sido el adecuado, y tanto para él como para el público, ha sido un reencuentro inolvidable. “Y te confieso, ha sido como volver a ser niño, disfrutar de la magia del escenario sin preocupaciones”, concluía, con la ilusión de quien acaba de comenzar una nueva etapa llena de sueños por cumplir.

“Estar sin ti es un castigo”

En el primer pasodoble, la intención es clara: dejar claro que nunca se fue. Con la referencia a Gardel y su famoso “Volver, que ocho años no es nada”, se inicia una reflexión sobre la permanencia, sobre esa sensación de regresar a un lugar que siempre estuvo en el corazón. La voz canta entre el deseo y la nostalgia, preguntándose, “¿mañana estaré aquí?”, mientras la melodía eleva el tono hasta los cielos. Todo está perfectamente conectado, como un tejido de emociones. “Estar sin ti es un castigo”, dice, pero lo importante es que regresa, y lo hace de forma ruidosa, despertando conciencias y tocando corazones, como si quisiera hacer resonar la esencia de su Cádiz, que está desapareciendo poco a poco. Es un regreso lleno de estruendo y susurros a la vez, trayendo consigo una promesa de amor y nostalgia por la tierra que nunca abandonó realmente.

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