Los peores presagios, las peores cuentas y los sentimientos más tristes se dieron cita en la penúltima jornada de Liga en la que el Cádiz no pudo contra la lógica y perdió la bala que llevaba guardando en la recámara varias semanas, la de la independencia de la salvación. Tendrá, por tanto, que jugarse la permanencia en la última jornada, ganando en Vitoria y rezando para que Osasuna no le haga un pasillo a Javier Aguirre (viejo conocido local) y su Mallorca que sí hizo los deberes ganando al Rayo Vallecano.
A pesar de la Unidad B del Real Madrid, el Cádiz no pudo contra el campeón de Liga. Lo intentó, sin duda, pero la sensación tras el partido es que no se escapa ante los madridistas sino ante el Real Betis y, sobre todo, el Athletic Club en ambos partidos en el Nuevo Mirandilla. Eso sí, las tremendas ocasiones falladas ante los madridistas serán recordadas durante toda la vida que tengamos por delante porque Lunin, el mejor del partido, salvó los muebles -también un penalti- en la jornada más loca de la temporada.
El Mallorca sí que hizo los deberes (ganó en el 92´), a pesar de un combativo Rayo que piensa, parece, en chanclas y Bermudas que poco pudo hacer ante el ambiente vivido en la isla que despide a su equipo fuera del descenso y al que verá, probablemente, el año que viene de nuevo en Primera. No es pesimismo, perdonen ustedes, es casi una realidad. Porque los equipos que llegan a la última jornada dependiendo de sí mismos suelen, en la mayoría de los casos, ser quienes logren los objetivos.
Pero en la ecuación de la final también entra el Granada de Karanka que estaba salvado en el 92′ y que ahora se lo jugará todo en el último partido de Liga. Un pinchazo de los granadinistas ante el Espanyol también le valdrían la salvación a los de Sergio siempre que ganen.
Varapalo cadista
De ahí que la situación pesimista se haya instaurado en la parroquia cadista que está obligada a vivir en el exilio una gesta de las que perduran en la historia. Será en Vitoria, tierra que acaba de ver también perecer a su equipo con rumbo a Segunda. Paradojas de la vida, Cádiz y Alavés pueden darse la mano en la última jornada y despedirse hasta el nuevo curso en la categoría inferior que les ocupa.
El Cádiz había llegado a esta penúltima jornada como un coche con poca gasolina que se queda a metros de la gasolinera. O, por qué no, como le ocurrió a Carlos Sainz en su día con Carlos Moya y el famoso ya “trata de arrancarlo, Carlos”. Igual. A unos pocos minutos, 90, de depender de sí mismo, de no mirar a otros. Porque se puede lograr la salvación, sí, pero es más difícil cuando otros tienen que ayudarte. Y eso es lo que el equipo de Sergio tendrá que esperar en una semana, ganar y que otros quieran ser profesionales hasta el final, plantar cara, jugar y competir hasta el último aire que te da derecho a unas merecidas vacaciones.
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