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El síndrome del trabajador quemado es una realidad y estos son sus síntomas

Cada vez son más las personas que viven el síndrome del trabajador quemado, el fatal desgaste laboral que cada vez afecta a más españoles. Y la pandemia lo ha potenciado. También llamado, “Burnout” que es el término que se usa en inglés para referirse a este problema pero el significado es el mismo. Una realidad de nuestro tiempo, cada vez más habitual. Una respuesta al estrés laboral crónico que aparece cuando fallan las estrategias de defensa que habitualmente emplea el individuo para manejar el estrés laboral continuo.

Este síndrome puede afectar a cualquier persona, pero usualmente tiende a afectar a aquellas que tienen trabajos que son físico o emocionalmente estresantes (por ejemplo, enfermeros, profesionales de medicina, policía, asistentes sociales, etc.) o a personas que están atravesando un momento estresante de la vida. Pero esto no es una cualidad fija.

La mayoría de las personas piensan que este tipo de síndrome viene solo asociado con ciertos sentimientos de impotencia en alguna circunstancia concreta, por ejemplo, y sin gravedad. No le dan mayor importancia. Pero lo cierto es que este desgaste laboral puede venir acompañado por síntomas físicos que sí son importantes. Según los expertos, en estos casos, lo mejor es no dejar escapar las señales y tratar de solucionarlas cuando son conocidas. La mayor incidencia se da en profesionales que ejercen una función asistencial o social. En los sanitarios constituye un problema de salud pública.

Organización Mundial de la Salud lo define

Para la Organización Mundial de la Salud, el burnout se puede definir como un fenómeno laboral caracterizado por la sensación de agotamiento, apatía y reducción de eficacia. No llegar a tiempo o no sacar un trabajo adelante genera estrés, frustración que se va acumulando y también irritabilidad con los que nos rodean, con un consecuente cambio de carácter.

Y el problema no se queda ahí, si este estrés no se alivia convenientemente y se acumula durante demasiado tiempo, presentará secuelas físicas en nuestro cuerpo.

El estrés viene emparejado con la presencia de niveles hormonales altos. Adrenalina, epinefrina o cortisol son algunos de los que se ven más afectados. Cuando estos niveles se alteran por periodos de tiempo cortos y controlables son aliados para poder superar situaciones de estrés porque son fuente de energía. Pero con el tiempo, pueden dañar el organismo.

Los indicios del problema

El síntoma más común de este desgaste laboral es el insomnio. Cuando una persona sufre estrés crónico, su sistema neurológico y hormonal, el encargado de regir el sueño, sufre. No puede cumplir sus funciones y se convierte en un círculo vicioso sin fin. Estás estresado, no duermes, no recuperas, te vuelves a estresar, sigues sin dormir… Descansar el clave para superar este problema.

Siguiendo con la lista y en total conexión esta el agotamiento físico, otro de los puntos clave. Presentar una fatiga o un cansancio desmesurado después de una jornada laboral es otro signo alarma. Si no está descansado, no rindes y ello genera frustración.

El apetito y nuestros hábitos alimenticios cambiantes son otra categoría. Y es que las hormonas del estrés pueden afectar al apetito, haciendo que las personas se sientan menos hambrientas de lo normal cuando están con mucho estrés y más hambrientas de lo normal cuando el estrés cesa. en una montaña rusa perjudicial.

Los dolores de estómago y de cabeza son muy frecuentes dentro de un cuadro de estrés de este tipo. Los gases, las náuseas o la indigestión, según los expertos, son propios de estos periodos de estrés. Además, la depresión y la ansiedad son “aliados” que comparten y acentúan los problemas físicos de los afectados. Una suma muy negativa.

La mejor solución, no menospreciar el problema

Cuando somos capaces de identificar nuestros síntomas, la solución pasa por no dejarlos pasar. Si conocemos de donde vienen podemos encontrar una solución. Todo lo que puedas hacer para recuperar un elemento de control puede ser útil a la hora de sentirte mejor con tu trabajo. También identificar las funciones claras de tu puesto, hasta donde llegan tus responsabilidades reales y contar con un grupo de trabajo que apoye y no mine. Básicos que siempre deben estar definidos.

Una acertada terapia psicológica puede ser útil para identificar las causas del estrés que sufrimos y encontrar estrategias simples para mejorarlas o evitarlas. Por ejemplo, descansar sigue siendo un pilar fundamental. Ya que si no se trata, el síndrome de desgaste profesional aumenta el riesgo de presentar trastornos psiquiátricos y problemas físicos y neuronales en el futuro. Dormir restaura el bienestar y ayuda a proteger tu salud. Tienes que dormir al menos 7 u 8 horas por noche.

Para recuperarse del agotamiento también es importante coger fuerzas fuera del trabajo y haciendo actividades placenteras, que nos gusten. Uno mismo antes que el trabajo. No sólo aficiones, también actividades que nos hagan desconectar del núcleo del problema.

Y mejora tu manera de verlo todo. Si te volviste cínico en el trabajo, busca maneras de mejorar tu perspectiva. Redescubre aspectos agradables de tu trabajo. 

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