Pero, ¿a quién guió? La estrella de Belén es una de las protagonistas más especiales cada 24 de diciembre. Pero sabemos ¿a qué se debe? Es una de las estrellas más famosas, es el astro bíblico que se cree señaló a los Reyes Magos la ruta hacia Belén, pero poco detalle se ofrece en estos textos sobre el supuesto fenómeno celeste. ¿Qué vieron en el cielo los Reyes Magos?
El origen más explícito de la estrella de Belén lo encontramos en la Biblia. Los textos bíblicos sostienen que esa estrella fue la que se detuvo en el lugar exacto en el que nacería en Mesías. Y tal y como dice el evangelio, es la estrella que guio a los magos de Oriente hasta Belén.
“Nacido Jesús en Belén de Judá, en los días del rey Herodes, unos magos procedentes del Oriente llegaron a Jerusalén diciendo: ¿dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle”. Así lo relata el evangelio de San Mateo 2, 1-2.
Pero es que en la Antigüedad, aquellos fenómenos extraños de la naturaleza se relacionaban con grandes hechos de la historia, por ejemplo, como el final de una era o el nacimiento de un rey. Así que los magos de oriente, sabios que adivinaban el futuro en aquella época, creían que esa estrella anunciaba el nacimiento del rey de los judíos.
Referencias históricas y científicas
En cuanto a los fenómenos celestes que podrían explicar la estrella de Belén, es claro que no fue un evento de corta duración, pues el texto indica que se observó durante meses. Según algunos textos y registros históricos, ya Johannes Kepler, el famoso astrónomo alemán conocido fundamentalmente por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol, observó este fenómeno en el año 1607. Y entonces aseguró que lo que provocó la aparición de la Estrella de Belén fue un cometa.
Al parecer era una rareza astronómica y que justo tuvo lugar en el mes de diciembre, puntos clave para relacionarlo con la bella leyenda de la Estrella de Navidad.
Existen otras fuentes históricas que relatan que en esa época, Saturno, Júpiter (los planetas más grandes del sistema solar) y Venus, coincidieron en el cielo para dar lugar a una estrella muy brillante. Entonces estos planetas eran considerados dioses y de esa unión no podía emerger más que el nacimiento de otro dios. La conjunción de Venus y Júpiter del año 2 a. C. se presenta en la constelación Leo, el León, el Rey, fuente de la interpretación del nacimiento de un nuevo rey por estos sabios que sin duda eran expertos astrólogos.
Al parecer este fenómeno ocurrió en diciembre del año pasado, quizá una señal para marcarnos el camino. Según varios astrónomos y expertos en cuerpos celestes, esta alineación o encuentro en el cielo nocturno no se volverá a ver hasta el año 2080, exactamente el 15 de marzo.
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